sábado, 23 de febrero de 2013

ESOS LOCOS QUE SALTAN.


En el Dique, yo solía correr por las tardes. Eran pocos kilómetros, tres o cuatro, pero muy bonitos; lo más motivador era llegar al puente. Allí, en sus barandas, se podía ver el agua desde lo alto, y sentir la constante brisa del viento norte. No sé porqué, pero me generaba una sensación de vacío; quizá ese vacío que buscan ciertas disciplinas de la meditación.

En aquellos años, la actividad turística recién se iniciaba; así que, los que intentaban montar un negocio con los juegos extremos solamente iban a la tarde, armaban los equipos, y esperaban a que uno u otro curioso se acercase, preguntase -por años las mismas preguntas- para poder venderles el servicio de un Salto Bungee, una Tirolesa, o un Puenting.

Mientras descansaba un poco, miraba como la gente se lanzaba, y también me acercaba a charlar con los que trabajaban ahí. Eran un par de locos que se divertían de conocer gente, de hacer lo mismo siempre.
En una de esas tantas veces que fui, me invitaron a saltar. No lo dudé ni un momento. Ya lo tenía decidido desde antes.


El Bungee, tiene origen en una tradición de los habitantes de las islas de Nueva Guinea en el Pacífico Sur, donde de esta forma se iniciaba a sus miembros varones en el camino de la adultez; era como una prueba de hombría. Hoy lo hacen los que quieren saber qué se siente y también los que siguen, sin saberlo, parcialmente la tradición. Y respecto de eso, puedo decir que es una sensación contradictoria, donde es patente esa frase “Todo está en tu mente” o “Tu mente es la que domina”. Porque se puede sentir miedo, pánico, nervios; el cuerpo se echa atrás, la mente queda funcionando en piloto automático y te lleva a la punta de la rampa, donde ya la soga te pesa en los pies, y tenés que enfrentar lo que vas hacer, para explorar, o porque es una prueba de valentía.

La antropóloga Helen Fisher, distingue cuatro tipos de personalidades: “el constructor”, “el negociador”, “el director”, y “el explorador”. Este último, dice, es un ser que busca nuevas experiencias, desea ir a todos lados y verlo todo. Agrega que es impredecible, no soporta el aburrimiento y su impaciencia puede volverlo egoísta, ya que la única regla y principio que acepta es la propia. Debe ser por esto que varias veces observé a esta gente, desde ese lugar, pelearse con la novia, el instructor, el público, con ellos mismos; no aceptan que no pueden hacerlo, y echan la culpa a que los nombrados “los presionan”. Y también quieren que les devuelvan la plata.



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